domingo, 20 de diciembre de 2009

DESAPARECIDA

DESAPARECIDA


M. Carmen Rodríguez Molero

Llevaba muerta cinco días. Familiares y amigos decididos a quedarse el fin de semana, para procurarme un consuelo que yo no les pedí, llegaron cargados de comidas y bebidas que aliviaran la espera. La policía instaló múltiples aparatos por toda la casa, escuchas telefónicas, rastreadores de sonidos, GPS…Su madre me ofreció el pañuelo que su hija olvidó en su última visita. También estaba él, le ofrecí el pañuelo y me miro con desprecio. Pase el fin de semana impaciente, deseoso de que se lo comieran todo. Imaginaba qué ocurriría si alguien propusiese conservar las sobras en el congelador del sótano.

Convencidos de que no se trataba de un secuestro, abandonaron la casa. ¡Por fin! Cogí su cuerpo como tantas veces lo hice para subirla al dormitorio mientras nos besábamos con pasión. Vestida con ese papel con el que envolvíamos las maletas cuando, para celebrar nuestro aniversario, viajábamos a Paris, Roma o Lisboa…Pero ella lo estropeó todo, no le bastaron mis besos y buscó los del hombre que le regalaba pañuelos. En el maletero del coche hará su último viaje hasta descansar en el lugar dónde hicimos por primera vez el amor, aquella cala junto al mar que nos ofrecía atardeceres anaranjados.

Pero claro, no iba a ser tan fácil. La luz roja parpadea, dos tirones ha dado el Mercedes del que se enamoró y se ha parado en mitad de la carretera. Amanece, una sombra rojiza se vislumbra en el horizonte, su frío cuerpo no aguantará el calor, yo tampoco aguantaré una vida sin ella. Giro el volante y me sitúo frente al precipicio. Levanto el pie del freno. Adiós.


Jaén, dieciocho de mayo de 2009

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